Buenos Aires, 10 de noviembre de 2022

Emmanuel Lista

Unidad de Coordinación del Sistema de Formación Docente

Ministerio de Educación. CABA

Lxs abajo firmantes nos manifestamos con mucha preocupación respecto de la reforma de plan de estudios que la Unidad de Coordinación de Formación Docente del Ministerio de Educación de CABA impuso en los profesorados de Educación Física. Esta reforma ha suprimido a la filosofía del Campo de la Formación General, eliminando las asignaturas “Filosofía” y “Ética”, entre otras de los estudios humanísticos y de las ciencias sociales. La preocupación se profundiza frente a las recientes reuniones de la misma Unidad respecto de la vocación de reformar durante 2023 los planes de estudio de los Profesorados de Educación Primaria e Inicial a partir de criterios similares, proponiendo además, como objetivo final, la unificación del Campo de la Formación General en todos los profesorados de CABA.

Por supuesto, este escenario no resulta novedoso ya que en anteriores reformas de carácter eficientista la filosofía también ha sido uno de los blancos preferidos. Frente al actual intento de borrar a la filosofía de la formación docente, resulta indispensable realizar los siguientes señalamientos:

Desde un punto de vista formal: estamos habituadxs a escuchar, en cada reforma propuesta o realizada, que los contenidos de filosofía no desaparecen, sino que se transversalizan en otros espacios de la formación. En el caso de la actual reforma, se propone el seminario “Educación inclusiva” o seminarios electivos sobre diversas problemáticas que deberían recoger aspectos de la filosofía, la sociología, la historia, etc., áreas que habrían perdido su carácter específico. Si bien coincidimos en la necesidad de organizar la formación docente a partir de problemas y no de contenidos doctrinales, consideramos que la solución ofrecida diluye el enfoque problemático en una generalidad y amplitud tal que seguramente no podrá ser asumida por ningún docente en el actual contexto de titulaciones. En efecto, aunque se hubiera podido proponer lineamientos curriculares en los contenidos mínimos de asignaturas, talleres o seminarios disciplinares que recojan los problemas de una educación inclusiva, o problemas ligados a la tecnología o al ambiente, entre otros de los mencionados, se opta, en cambio, por la modalidad contraria, estableciendo denominaciones de espacios curriculares que no demandan ninguna titulación en particular.

Ante este escenario, es importante recordar que en el sistema educativo los nombres de los espacios curriculares se hallan directamente vinculados a la selección de lxs docentes a cargo de esos espacios, así como también al peso específico de las titulaciones que tendrán mayor o menor incumbencia con respecto a ellos, titulaciones que siguen estando organizadas por disciplinas en profesorados y universidades. En este sentido, resulta una evidencia para quienes participamos del sistema educativo que si las denominaciones específicas relacionadas con la filosofía se borran del título de las asignaturas, estas no priorizarán para su dictado a profesorxs de filosofía, que son quienes están preparadxs para darle impronta específica a las problemáticas, quienes ensayaron y profundizaron en el estudio de los procedimientos de argumentación y problematización propios de la disciplina y cuentan con una formación que les permite elaborar de manera crítica y fundamentada propuestas de enseñanza filosóficas, acordes a las necesidades de lxs estudiantes de los distintos profesorados.

Al señalar que es necesario organizar la formación docente alrededor de problemáticas y núcleos conceptuales situados, defendemos la necesidad de sostener espacios específicos como los de Filosofía, que pueden perfectamente albergar esas problemáticas diversas. Consideramos que la filosofía, en su diversidad, constituye un contenido central para la formación docente en todas las disciplinas

Desde una perspectiva general, podemos señalar la relevancia de los aportes de la filosofía de la educación como núcleo temático fundamental insustituible en la formación docente. Esta rama de la filosofía propone reflexiones sobre los sentidos de educar, las problemáticas éticas y políticas propias de lo educativo, las tensiones entre los paradigmas de justicia basados en perspectivas de igualdad, equidad o mérito, las concepciones sobre la autoridad y el poder en las instituciones, la reflexión sobre los dispositivos de subjetivación que se despliegan en los procesos de enseñanza y de aprendizaje y sus derivaciones respecto de las identidades culturales, las sexualidades y los géneros, las clases sociales, los fundamentos de las transformaciones de los sistemas educativos en el contexto histórico-político actual, entre otras problemáticas.

Por otra parte, los contenidos ligados a la reflexión ética también resultan insoslayables en el ámbito de la educación. Al respecto, es importante distinguir lo que constituye una posible confusión entre la formación moral de lxs docentes, que es un contenido transversal de todas las disciplinas; la deontología profesional, que remite a normativas legales e históricas; y la reflexión ética como saber de fundamento y crítica, que sólo tiene sentido a partir de los marcos teóricos propios de un ámbito disciplinar específico, que es el de la Ética como campo filosófico.

Otro aporte importante de la filosofía a la formación docente proviene de las problemáticas epistemológicas, con su especificidad respecto del análisis crítico de los fundamentos de la construcción de cada saber (el pedagógico en general y los propios de cada profesorado), la revisión de las alternativas de construcción del pensamiento científico, así como la dilucidación de las principales categorías teóricas que estructuran el actual escenario tecno-científico en el que la educación está inserta. Nuevamente, el aporte disciplinar de la filosofía para la lectura de estas problemáticas puede ser complementado, pero no sustituido, por enfoques sociológicos, pedagógicos, históricos, etc.

Además, la filosofía provee herramientas de análisis y ejercitación del pensamiento crítico que, desde diversas tradiciones (teoría de la argumentación, teoría lógica, filosofías de la ciencia, problematización filosófica y creación conceptual, entre otras) contribuyen conceptual y procedimentalmente a la formación docente. En efecto, la filosofía en el aula se asienta sobre la práctica de habilidades para dar razones de una forma clara y precisa, escuchar e intercambiar reflexivamente, ponderar fundamentaciones diferentes, analizar discursos y detectar supuestos, utilizar conceptos generales para pensar situaciones específicas, habituarse a plantear problemáticas alrededor del sentido, construir colectivamente conocimiento fundamentado, válido y situado. El efecto multiplicador de la formación docente hace de estas habilidades poderosas herramientas para que en las aulas de todo el sistema educativo se generen las bases para ciudadanías que participen de la construcción científica del conocimiento y estén habituadas a un intercambio democrático y fundamentado de ideas.

Por último, desde una perspectiva específica, cada formación docente particular puede enriquecerse con aspectos singulares de la filosofía, actualizando problemáticas epistemológicas, éticas, estéticas, de filosofía política o filosofía de la tecnología entre otras, que pierden mucho de su potencia si deben ser pensadas de manera común o estandarizada para cualquier trayecto formativo. Sólo para dar algunos ejemplos, no

se juegan los mismos problemas epistemológicos en un profesorado en historia que en uno de matemática, ni los mismos problemas éticos en un profesorado de educación secundaria que en uno de educación inicial. En este sentido, alertamos acerca de lo perniciosa que podría ser la unificación del Campo de la Formación General de todos los profesorados de CABA y la consiguiente estandarización de los lineamientos curriculares de las asignaturas ligadas a la filosofía.

En vistas a estas múltiples líneas de aportes, consideramos que la contribución de la filosofía para la formación docente es fundamental si queremos alentar a la crítica, a la reflexión sobre el sentido situacional y colectivo de la tarea de educar, y brindar herramientas para que lxs futurxs profesores puedan a su vez formar para el pensamiento crítico y la ciudadanía responsable. Por tanto, a la vez que defendemos la especificidad de la filosofía, llamamos la atención sobre la ductilidad que presenta para transversalizar aspectos de otros núcleos conceptuales que no se referencian en titulaciones específicas, como pueden ser los relacionados con la educación sexual integral, la educación ambiental, la formación ciudadana, etc.

Por todo ello, proponemos que a) es necesario sostener espacios filosóficos específicos en todas las carreras de los profesorados de CABA que reflejen en su denominación esta especificidad, b) es indispensable que la denominación de estos espacios y su modalidad (talleres, seminarios, asignatura, etc.) sea pensada de forma particular para cada tipo de profesorado, así también sus lineamientos curriculares, que deberían estar orientados en cada formación y c) que en los lineamientos curriculares se debe contemplar la transversalización y diálogo con núcleos de reflexión indispensables del pensamiento contemporáneo para la formación docente, que tienen en la filosofía valiosas herramientas para ser abordados.

Sin otro particular, saludamos atte.

Cátedra de Didáctica Especial y Prácticas de la Enseñanza en Filosofía. FFyL / UBA

– UBACyT: Programa para el Mejoramiento de la Enseñanza de la Filosofía.